Estimados catequistas:
Con aprecio y gratitud, les envío a todos un saludo fraterno y mis sinceras felicitaciones, al celebrarse el 21 de agosto el día del Catequista, deseando que, como cada año, celebren este día con alegría y gratitud a Dios y con las comunidades en las que están sirviendo.
Queridos catequistas: ¡Qué misión tan grande y hermosa es ser Catequista! El catequista trabaja para despertar, educar y madurar la fe de la comunidad. El catequista prepara a los niños, jóvenes, adultos, matrimonios para recibir los sacramentos, en definitiva, para seguir al Señor Jesús, Camino, Verdad y Vida.
Es por ello que deseo expresarles mi gratitud, porque lo que enseñan no es sólo fruto del estudio, sino, y sobre todo, de su propia experiencia de fe; porque anuncian a Jesús no sólo con las palabras, sino, también con los gestos, la mirada, el silencio y el amor. En estos tiempos en donde los gestos de cercanía y misericordia del Papa Francisco maravillan a muchos, descubrimos el valor de los gestos, que son una predicación.
Ciertamente el catequista evangeliza más por lo que es y vive, que por lo que dice y hace. Por eso recuerden que antes de anunciar al Señor, deben acogerlo con fe y amor en la propia vida, tener una experiencia vital y personal de encuentro con Él. Experiencia siempre alimentada con la fuerza de su Palabra, con el poder de la oración, con el alimento de la Eucaristía y con la ayuda de una comunidad cristiana fraterna e intensamente misionera.
Hoy próximos a la Beatificación de nuestra Mama Antula y a la santificación del Cura Brochero no podemos dejar de sentirnos interpelados por estos dos acontecimiento que atraviesan la vida de la Iglesia. Sin duda, es el Señor quien nos invita a hacer lectura de estos signos de los tiempos.
Como Mama Antula, como el Beato Cura Brochero también el catequista tiene como misión invitar a fijar la mirada en Jesús y a seguirlo, porque sólo Él es el Maestro, el Señor, el Salvador. Todo está orientado a Él: a su venida, a su presencia y a su misterio y en todas las circunstancias, en todos los ambientes, favorables o desfavorables, hay que proponer con valentía el evangelio de Cristo, anuncio de felicidad para todas las personas, de cualquier edad, condición, cultura y nación. Así lo hicieron nuestra Mama Antula y el Cura Brochero.
Gracias catequistas por ser compañeros de la comunidad en el camino de la fe. ¡Animo! Que el Señor los bendiga a cada uno, a sus familias y comunidades parroquiales y que Nuestra Madre y la muy cercana y querida Beata Mama Antula les conceda la audacia, valentía y fortaleza para llegar a los corazones de los hombres y mujeres de nuestros tiempos que buscan a Dios.
Con mi afecto y bendición
Padre obispo Vicente Bokalic cm